martes, 7 de febrero de 2012

Sí al cambio del sistema de la educación superior en Chile.

(Ensayo de un ciudadano).


No es desconocido que el denominado "conflicto estudiantil" marcó a Chile el año 2011, el año  más significativo del siglo XXI a nivel mundial en lo que a protestas ciudadanas se refiere (Grecia, España, Egipto, y Chile, entre otros). Varios hablan de un colapso del sistema capitalista. Y la verdad no sé si decir que "tengan LA razón", pero no puedo negar que sí "tienen razones": crisis de diversas magnitudes que se generan precisamente por el modelo económico vigente. ¿Será que se está engendrando el germen de una modificación al status quo al punto de que el mismísimo sistema económico será reemplazado? La historia nos enseña que especular respecto a ella es tan válido como acertado o inexacto a veces. O sea, solo el tiempo -y no sabemos si el futuro cercano o lejano- dirá quién tiene la razón. Pero el presente acepta de mejor manera las observaciones que las conjeturas, y no es conjetura admitir que se está en una situación de colapso social. Este colapso no refiere quizás a situaciones extremas, sino más bien a un agotamiento de la paciencia ciudadana respecto a las desigualdades sociales: las denominadas "crisis" son resultado del perjuicio de algunos pocos, y por eso todo el abanico social debe pagar los platos rotos. La gente se está cansando de todo esto; están abriendo los ojos, y sobre todo sus labios, para hacer saber su inconformidad. Insisto, no sé si se tenga LA razón hablar de descontento global, pero no se puede negar que sí HAY RAZONES para ello. 

Lo que me inspira a escribir este pensamiento, es la situación nacional (chilena) respecto del conflicto estudiantil. En el subtítulo digo que es un ensayo, porque es una perspectiva personal acerca de algo; pero también digo que es el ensayo de un ciudadano porque no aportaré argumentos de manera profesional ni académica. Mi escrito no servirá de respaldo a ninguna investigación. Al decir que hablo como ciudadano, lo hago porque escribo como si fuera cualquier hijo de vecino -y de hecho lo soy. Más bien quiero aportar una idea lógica que surge de la perspectiva de un ciudadano común y corriente como yo. 
Insisto, no brindaré datos exactos, ni fechas, ni nombres, ni nada epistemológicamente admirable. Daré un punto de vista desde la silla que en que me tocó sentarme en la sociedad. 

No cabe duda de que la formación profesional a nivel nacional requiere de financiamiento (eso se cae de maduro). El tema es cuán considerado, cuán empático, cuán justo es el método de financiamiento para quienes desean recibir una formación académica universitaria o técnica de nivel superior. 
Hace algunos meses vengo pensando en lo siguiente: por ejemplo una persona decide comprar cualquier cosa, lo que sea... Y esa decisión la toma en relación a sus ingresos, o sea, de acuerdo a su poder adquisitivo. Evidentemente, una persona responsable, decidirá adquirir aquello que puede pagar, aquello que sus ingresos le permiten adquirir. ¿Quién iría a comprar algo que vale 10 mill si solo tiene 2 mil? Hasta ahora no hay nada brillante en mi redacción (y no sé si lo habrá en todo este escrito). Una persona siente libertad cuando puede elegir entre un producto u otro según sus ingresos. Por cuestión lógica, decidirá aquel que más le conviene en relación a su necesidad y a su capacidad de adquirir. Hasta ahí, cualquier persona que se halle en esa situación, podría estar transitando en los predios de la libertad de consumo (porque puede elegir según sus ingresos). 
El problema en Chile es que el sistema es arbitrario. Sí, ARBITRARIO. ¿Por qué? Porque las familias no pueden elegir cómo formar a sus hijos a nivel superior. El sistema de educación superior vigente no permite esa deliberación, porque los costos son altísimos, y el drama es que todos son altísimos, o sea, la decisión de qué carrera estudiar o en qué establecimiento educacional estudiar está supeditado a la decisión de "dónde me sale menos caro". Y para colmo, la "solución" que se brinda son los créditos, es decir, DEUDAS y usura. 
¿Se puede pretender que los estudiantes y sus familias no reaccionen ante esto? Pensemos un poco: en algo tan intrascendente (comparado con el conflicto estudiantil) como el festival de Viña, si un artista brinda una performance que desagrada al público, éste reacciona a los pocos minutos. Bueno, esta injusticia social en relación al conflicto estudiantil viene de AÑOS: ¡Es lógico que la ciudadanía reaccione!
A la gente le resulta incomprensible que un sistema creado por hombres no pueda ser cambiado por hombres. 

Y también me surge una curiosidad. Si existen opciones educativas gratuitas de nivel básico y medio, ¿por qué no es posible financiar opciones gratuitas de nivel superior? Un padre, para educar a sus hijos a nivel básico y medio, puede elegir entre el sistema público gratuito y el sistema privado pagado. No me parece mal; pero no puede elegir cómo educar a sus hijos a nivel superior, porque sí o sí tiene que pagar. Pero ese quizás no es el asunto. Tiene que pagar muy altísimos costos para educar a sus hijos, y si no lo hace, no puede educarlos. El sistema de financiamiento de educación superior es arbitrario y opresor, porque no permite la libre elección. 
Y respecto a las becas, obvio que no puedo estar en contra de que los alumnos se esfuercen y pretendan buenas calificaciones, y que producto de ello tengan un reconocimiento traducido en beneficios; pero es injusto también que el sistema esté diseñado de tal manera que hasta el sistema de becas sea incierto: nadie sabe si tendrá o no cierta beca, porque debe postular, a ver si es que, insisto, si es que obtiene un beneficio de beca. Además, para obtener una beca hay que presentar una serie de papeles (a veces en tiempo récord) para satisfacer el concepto burocrático; y aún así, a pesar de buenas calificaciones, de papeles, y cuanta cosa, no es seguro para los estudiantes obtener beneficios por concepto de rendimiento académico. Es impredecible saber con qué beca se puede contar. 
No quiero dejar pasar la ocasión de transcribir las palabras de un tipo que no sé cómo se llama, y no sé en qué institución se desempeña, pero sus declaraciones encierran lo que quiero transmitir: "El gobierno debe aprender el lenguaje en que están hablando los estudiantes. El gobierno insiste en hablar en un lenguaje distinto. Mientras los jóvenes hablan de derechos, el gobierno habla de becas".  

Y también, respeto al sistema de ingreso a la educación superior, creo que hay una fuerte y arbitraria injusticia social. Para ingresar a la universidad los jóvenes deben dar la PSU. Se pretende que los jóvenes en solo dos horas recuerden y respondan lo (se supone) visto en cuatro años de enseñanza media. La prueba es a nivel nacional, o sea, no considera las diferencias (las sanas y necesarias diferencias) entre, por ejemplo, un alumno de una ciudad, que tuvo quizás una gran formación en su establecimiento de enseñanza media, y un alumno formado en una situación más adversa, como puede ser alguien que viva en algún poblado del desierto de Chile o de alguna zona rural del sur. O sea, se pretende que todos sepan lo mismo, porque se supone que todos los estudiantes de Chile recibieron exactamente las mismas condiciones académicas formativas. 
Además, respecto al sistema de corrección y puntuación de la PSU hay total desinformación. Los alumnos no tienen derecho a acceder a la información de la corrección de la PSU que ellos mismos rindieron. No existe una instancia en donde los alumnos puedan constatar que efectivamente tal o cual respuesta debía ser tal o cual, ni tampoco a saber por qué ciertas buenas respuestas estaban correctas. Simplemente, un día determinado se publican las puntuaciones en el diario (¿es necesario que algo llegue a ser tan impersonal que sea publicado en un diario de circulación nacional?). 

Y lo otro, es el sistema de matrículas. Los alumnos postulan a las carreras. A ver, postulan a través de un sistema nacional (PSU) a carreras que son específicas. ¿Se entiende eso? ¿Tiene sentido que a todos se les meta en un mismo saco, cuando sus vocaciones, aspiraciones, procedencia y formación han sido y son tan diversos? Y nótese que dicha instancia se llama "proceso de admisión", o sea, es como si la universidad me dijera "te hago el gran favor de dejar que vengas a estudiar conmigo". Y eso no es todo, los estudiantes al dar la PSU no pueden optar según su lugar de residencia, porque una vez publicadas las puntuaciones de la PSU tienen que fijarse dónde quedaron, y si quedaron en la universidad de por allá lejos, bueno, o se van, o deben esperar un tiempo más para volver a dar la PSU (como si la capacidad y la vocación de un estudiante no se estuviera desperdiciando en ese tiempo burocrático de espera). 

Es insólito, absurdo, injusto, adverso, excesivamente burocrático, arbitrario, consolidador de las diferencias, angustiante, impredecible, caro, muy caro, el sistema de educación superior chileno. 

Desde mi laica perspectiva, me atrevo a sugerir:

Que existan alternativas de formación superior gratuitas, o bien con tarifas razonables para el común de la gente, con tal de que se sienta por parte del Estado Chileno una vocación por hacer de la formación superior un derecho. Así, las personas podrán decidir tal o cual establecimiento educacional solo por motivos académicos, y no por imposibilidades económicas. 

Eliminar la PSU como sistema de ingreso a la educación superior. Que el sistema de ingreso sea directo, es decir, que las universidades deliberen el proceso de ingreso a las carreras, según criterios autónomos y específicos, regidos por la compatibilidad vocacional entre la oferta académica y el perfil del estudiante interesado. 

Instaurar de manera central (o sea, supervisado por el Estado) en cada región del país una cantidad de carreras que permitan el desarrollo de profesionales de acuerdo a las necesidades locales. Así los estudiantes no se verán en la necesidad de emigrar a distancias considerables de su lugar de origen y residencia. 
Pero esto también va de la mano con otro aspecto: que se controle a nivel nacional la cantidad de profesionales que egresen de ciertas carreras, esto con el fin de que no haya sobrepoblación de titulados en algún rubro profesional, lo cual desencadena el desempleo. 


Solo he hablado de lo que veo mal en la educación superior chilena. Obvio que acá hay un vacío notable en mi exposición: la forma de financiamiento. A todas luces, y no es un secreto para nadie, el camino parece ser solamente uno: REFORMA TRIBUTARIA. 

Me he planteado no siendo un especialista en el tema, sino como un simple y sencillo ciudadano, hijo de profesores de castellano, que estudia sociología en la Universidad de Buenos Aires, porque estudiar y vivir allá me sale un 30% menos de lo que me saldría solo una cuota de la misma carrera en alguna universidad en Chile. El alto costo que yo pago por ser chileno y querer tener una formación profesional, es nada menos que vivir fuera mi país. 
¿Pudo haber sido diferente mi destino? ¡Claro que sí! Por eso escribí estas líneas. 


Andrés Yáñez
Chillán,  7 de febrero de 2012