En ese cementerio el reloj marcaba las 10:37 am. Pero en realidad eso era lo que menos importaba. Octavio se encontraba frente a la tumba de su fallecida esposa, Carla, y estaba en compañía de su nieto de 17 años, Lucas. Carla -o también la abuela Carla- había partido hace solo tres meses atrás.
De pronto surgió un diálogo entre Lucas y su abuelo.
Lucas: ¿Qué onda, abuelo?
Octavio: Acá, hijo.
Octavio no apartaba su nostálgica mirada de la lápida que lo separaba de Carla.
Lucas: ¿La extrañas?
Octavio emitió un gran suspiro: Muchísimo, Luquitas. Muchísimo.
Lucas abrazó por el costado a su visiblemente afectado abuelo, y dirigió también la mirada a la lápida de su abuela, acompañando en la nostalgia a su abuelo.
Luego de un rato de silencio, Lucas le preguntó a su abuelo:
-Mamá me dijo que ella fue tu primera novia.
¿Eso te dijo mamá?- dijo Octavio.
Sí -respondió Lucas.
Octavio soltó una mueca de sonrisa, y le dijo a su nieto:
-Tu mamá está equivocada.
¿Ah, sí? -exclamo Lucas con cierto asombro.
Así es -dijo Octavio.
El silencio volvió a irrumpir en aquella visita al cementerio, pero Lucas no quiso extenderlo... la curiosidad no se lo permitía.
-Oye, abuelo, así que mi abuela no fue la primera... -expresó Lucas con clara intención de provocar a que su abuelo le contara más detalles. El muchacho no previó que su abuelo le daría una respuesta que jamás olvidaría.
-Exactamente -dijo Octavio, en medio de un suspiro. Luego de unos segundos de silencio, continuó:
-No fue la primera... Fue la única.
Andrés Yáñez.
Buenos Aires, 18 de agosto de 2013.
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