Evidentemente, la incertidumbre en Raúl era descomunal. ¿Qué le iría a decir la profesora? ¿Qué le dirían sus padres si tuviera que contarles que, por no haberse presentado a esa prueba el día fijado, y por no arreglar antes esa situación con la profesora, reprobaría la materia? Además, ese era el último año, y no aprobar esa materia implicaba repetir el curso. ¿Qué se sentirá ver a todo su curso graduarse y él no?
Hasta que llegó el momento crucial: el encuentro con la profesora para arreglar lo de la nota pendiente. Raúl expuso sus razones y sus disculpas con innegable preocupación y angustia. Su idea no era adular ni versear a la profesora; pero lógicamente pretendía una solución favorable. La profesora tomó la palabra, y con ella, el veredicto final de la cuestión.
Raúl -exclamó la profesora- claramente, y no hay ni siquiera que decirlo, estamos en el último día del año escolar. No puedo pedirte que vengas otro día a darme un examen oral o que me traigas un trabajo.
Entiendo -dijo Raúl, dando por sentado lo predecible de su frustrada esperanza.
Pero, ¿sabes? -continuó la profesora- yo sé que este es tu último año, y además sé que de esta materia depende que apruebes tu último año escolar. Lo que yo debería hacer es, obvio, reprobarte, porque no te presentaste a la prueba, y porque no te acercaste antes a solucionar este asunto.
Sí, profe -consintió Raúl.
¿Pero sabes lo que voy a hacer, Raúl? -dijo la profesora.
¿Qué? -respondió Raúl.
Te voy a poner un 10 -expresó la profesora, provocando un inusitado asombro en el muchacho, junto con esa sensación de mezcla entre alegría y gratitud que genera el favor no merecido.
¿Y por qué, profe? -dijo Raúl.
Porque sé que este es tu último año, y no quiero causarte la frustración de haber perdido el año por una sola nota- contestó ella.
Gracias, profe, en serio -declaró el muchacho, no disminuyendo en su estado de sorpresa.
Pero -articuló la profesora- quiero decirte algo más.
Dígame -mencionó Raúl.
La profesora expuso: "Raúl, tú puedes tomar esto como un favor o como una deuda. Si lo tomas como un favor vas a pensar 'qué buena onda la profe', y ahí va a quedar. Pero si lo tomas como una deuda vas a pensar que a alguien se la debes. Yo te hago un requerimiento: que tomes este 10 como una deuda, pero no una deuda que tengas que pagármela a mí, sino como una deuda a ti mismo. Al salir de tu etapa escolar, vive tu vida de tal forma que pagues este 10. En tu familia, en el trabajo o estudio que tengas, en tu forma de vida gánate este 10, ¿sí? Yo te pongo este 10, pero acuérdate siempre que este 10 te lo debes a ti mismo".
Singularmente impactado el muchacho por las palabras de la profesora, y luego de unos segundos de silencio, acompañados de la mirada penetrante de su maestra, Raúl respondió: "Sí profe, me voy a ganar este 10, se lo prometo".
Raúl aprobó la materia y pudo graduarse junto a sus compañeros.