domingo, 20 de abril de 2014

Reivindicaciones de la alegría

Quizás necesitamos aprender a darle a la alegría un lugar semejante al que por obligación hemos tenido que darle al dolor, a saber: el dolor llega como no lo imaginamos, en manifestaciones y situaciones que no buscamos, y sí o sí tenemos que enfrentarlo, asumirlo. No tenemos opción.  

Quizás la alegría reclame más ese derecho. El derecho de aparecer sin que la esperen, de aparecer ni en la forma ni en el momento en que lo hace. 

Así como nadie preconcibe el dolor antes que llegue, así la alegría, reclama su oportunidad de hacerse presente sin ser premeditada, de simplemente manifestarse, de ser asumida en la forma que ya está, en los espacios en que ya está. 

Más que ser preelaborada, anticipada en el deseo y en la premeditación, espera ser descubierta, encontrada, concebida como realidad presente, no como posibilidad ideal futura. 

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